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martes, 18 de marzo de 2014

"Chronicle" o el precio a pagar por unos poderes incontrolables


Título: Chronicle. Dirección: Josh Trank. Países: Reino Unido y USA. Año:2012. Duración: 84 min. Género: Ciencia-ficción, fantástico, drama. Interpretes: Dane DeHaan (Andrew), Michael B. Jordan (Steve), Alex Russell (Matt), Michael Kelly (Richard), Ashley Hinshaw (Casey), Anna Wood (Monica). Guion: Max Landis; basado en un argumento de Max Landis y Josh Trank. Producción: John Davis y Adam Schroeder. Fotografía: Matthew Jensen. Montaje: Elliot Greenberg. Diseño de producción: Stephen Altman. Vestuario: Dianna Cilliers. Distribuidora: Hispano Foxfilm. Estreno en Reino Unido: 1 Febrero 2012. Estreno en España: 2 Marzo 2012. 

Ayer ví esta película y aunque no me está gustando demasiado esa fiebre hiperrealista de algunos cineastas  por hacer películas cámara en ristre (como Monstruoso o REC) he de reconocer que me atrapó su espontaneidad y su falta a priori de pretensiones: se trata de una película sobre unos adolescentes americanos bastante normalitos en su cotidianeidad, que de repente reciben el don de unos poderes extraordinarios y terribles (por sus consecuencias) que los sitúa en una difícil  disyuntiva. Esta película es un drama de ciencia ficción que se convierte, tras su visionado,  en una pequeña   fabula sobre los riesgos de contar con  poderes inimaginables  y la responsabilidad en su ejercicio. Encontramos a unos adolescentes normales, con sus pequeños sueños y ambiciones, eso, si, alguno de ellos, como  el joven Andrew con graves problemas: un entorno familiar desfavorable (un padre alcohólico y una madre enferma), un montón de frustraciones y una evidente falta de autoestima que en posesión de dichos poderes le hará cruzar el estrecho espacio que existe entre el bien y el mal,  entre  la cordura y la locura.

Esos tres amigos adolescentes, casi unos niños, reciben sin pretenderlo, de forma casual, unos poderes absolutos y terribles que les irán transformando inevitablemente. Su descubrimiento  se asemeja a  una especie de descenso figurado a los infiernos...de sus propias almas. En su inconsciencia pasarán de divertirse con esos poderes,  como si se tratasen de  unos inocentes juegos de niños,  unos inofensivos juegos de magia con  los que alardear ante el personal femenino, a jugar a un juego terrible y macabro, en el que quedarán fatalmente atrapados y que desembocará en un apocalipsis de ira y destrucción.

Conoceremos a los tres amigos, cada uno de ellos con una personalidad diferente. Los veremos y conoceremos en su entorno familiar, escolar y de amigos. Son apenas unas pinceladas pero suficientes para hacernos una idea de que estamos ante unos personajes arquetípicos: el introvertido Andrew, necesitado de apoyo y de cariño verdadero, enfrentado a un entorno hostil, que se convertirá en el villano de la película a su pesar, un personaje con un destino trágico, conducido hacia su terrible final por las circunstancias (como decía Ortega "somos nosotros y nuestras circunstancias") víctima y victimario; el extrovertido Steve, sacrificado por su amigo Andrew entre las nubes, en un pandemonium de rayos, en una escena con ciertos toques de tragedía griega, como si se tratase de un duelo de jóvenes dioses entre las nubes de un imaginario olimpo  y el  más estable del grupo,  Matt, primo de Andrew, que se convertirá al revés que éste en una especie de superheroe, también sin pretenderlo.  

Sus poderes no son  un juego de niños, pero empiezan casi como tal. La verdadera medida de su inmenso poder y el reconocimiento de lo que tienen entre manos lo descubrirán cuando lo utilicen sobre la vida de los demás. Asi Andrew en un momento dado arrojará, con su poder telequinésico, a un coche fuera de la carretera,  matando  casi a su ocupante y lo hará por  el mero hecho de demostrar su poder, siendo recriminado por sus otros dos compañeros. Si nos queremos poner transcendentes podríamos reflexionar al hilo de esta película  sobre conceptos filosóficos como el nihilismo y el "superyo" de Nietzsche o el poder de la voluntad autoconsciente  de Schopenhauer. La película tiene diferentes lecturas: puede entenderse  también como una alegoría de la adolescencia, desde esa alegre infancia, patria de los hombres, a la difícil edad adulta donde uno debe empezar a aprender a tomar sus decisiones y a equivocarse. La película tiene un un ritmo ágil, unas interpretaciones correctas y sobre todo cuenta con un limitado presupuesto de apenas 12-15 millones de dolares que  luce bastante mejor, en sus efectos especiales, que el de algunas grandes superproducciones de Hollywood.

Calificación:

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