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viernes, 11 de abril de 2014

"Nos miran" o donde están los que desaparecen de este mundo



País: España. Año: 2001. Duración: 100 min. Dirección: Norberto López Amado. Interpretación: Carmelo Gómez (Juan), Icíar Bollaín (Julia), Massimo Ghini (José), Margarita Lozano (Luisa), Manuel Lozano (Álex), Carolina Petterson (Laura), Roberto Álvarez (Sacerdote), Karra Elejalde (Medina). Guión: Jorge Guerricaechevarría; basado en la novela 'Los otros' de Javier García Sánchez. Producción: César Benítez. Música: Bingel Mendizábal y Borja Ramos. Fotografía: Néstor Calvo. Montaje: Mª Elena Sáinz de Rozas. Dirección artística: Alain Bainee. Vestuario: Margaret Watty. Estreno en España: 20 Septiembre 2002.

Este pasado fin de semana, volví a ver una cinta de terror española de hace algo más de 10 años, concretamente la opera prima de Norberto López Amado, "Nos miran". Pese al tiempo transcurrido me pareció una interesante cinta de género que resiste perfectamente una segunda visión. Es una película modesta en sus planteamientos pero muy digna para ser la primera del director, muy bien interpretada y con un hábil dominio de las técnicas del género que la hacen ser merecedora de un pequeño hueco en esa cada vez más floreciente cantera de buenas películas de terror españolas.

La película empieza con una especie de prólogo donde vemos a unos niños jugando cerca de   las vías de un tren, un juego peligroso donde obligan a uno de ellos a taparse los ojos, tumbarse en la vía y esperar a que pase el convoy, en una especie de prueba iniciatica ante la muerte. Luego observamos como una niña, al parecer la hermana del chico que se tumbó en la vía, ha desaparecido de repente, al igual que lo hacen el resto de los niños, dejando solo al muchacho. Prologo inquietante con una atmósfera oscura que nos enseña, sin decirlo, una  parte importante  de la historia  y que nos ayudará a entender posteriomente  la trama.

Juan (Carmelo Gómez) es un inspector de policia que se enfrenta a la reapertura de un caso de desaparecidos: la desaparición  de un importante empresario de apellido Barreiros, hace 3 años. Juan está casado con Julia (Iciar Bollain) y tiene dos hijos pequeños: Alex (Manuel Lozano) y Laura (Carolina Petterson). También vive con ellos, su madre Luisa (Margarita Lozano). El actor que interpreta Alex es el joven Manuel Lozano al que recordamos muy bien por su inolvidable papel en La lengua de las Mariposas. Pues bien, la desaparición de este empresario le introducirá en una sobrecogedora investigación donde se enfrentará a los fantasmas de su propio pasado, a los fantasmas y terrores de su infancia. Enseguida descubrimos que tras la desaparición de muchas personas se esconde en realidad una dimensión paralela donde habitan, -no sabemos si vivos o muertos-, esas personas, en un extraño purgatorio de desaparecidos,  entre este lado y el otro. 

Así oiremos hablar de transubstanciación celular, desintegración molecular en otra dimensión, geometría espacial de lo invisible, en los enajenados escritos de investigación de un policía (el inspector Medina)  que cayó en la locura y mató a su familia, tras penetrar en este terrorífico mundo de sombras, y que es interpretado por un contenido Karra Elejalde, a menudo algo dado a ciertos excesos formales. El inspector Medina, cuando le visitan,  tan solo  acierta a decir "Nos miran". Y es que existen seres que nos miran constantemente desde el otro lado, ese otro lado que existe junto a nosotros y que nos amenaza de forma permanente. Ellos sienten odio y envidia hacia nosotros porque están muertos. Juegan con nosotros, nos manipulan hasta destruirnos porque eso les hace sentirse vivos.  Hay cosas que en este mundo es mejor no conocer, dice un sacerdote, interpretado por Roberto Alvarez que penetra también en ese oscuro mundo. 

La película tiene dos líneas de desarrollo, una policíaca que no da mucho de si porque pronto descubriremos que la desaparición de Barreiros esconde tan solo  un  caso de asesinato familiar y una paranormal que es la que realmente sostiene la película, con toda la parafernalia típica de estas cintas (sombras, presencias evanescentes, etc) y tan aterradora como esa parafernalia es la progresiva descomposición mental del protagonista en su camino irreversible hacia la locura aunque ésta tan poco es tal porque Juan en sus desvarios mantiene en todo el momento el control sobre si mismo.  Juan tiene miedo de  acabar atravesando la delgada línea que separa la cordura de la locura, lo posible de lo imposible, lo tangible  de lo intangible y que le llevará a revivir sus más ocultas pesadillas infantiles, pesadillas que se apoderan de él, haciéndose, de nuevo, realidad. 

Su madre intentará que deje el caso y desande ese camino que le llevará irremisiblemente a recordar el pasado, aquel día en que desapareció su hermana Sara, cuando jugaban dentro de unos tubos junto a la vía del tren. Ellos se la llevaron. "Os hemos elegido a los dos para que vengáis con nosotros". Luego,  Juan decía a sus padres  que podía ver a su hermana y hablar con ella. Lo decía y su padre le pegaba, hasta el punto de que durante mucho tiempo llegó a olvidar, como si nada de aquello hubiera existido. La convivencia en su matrimonio se irá deteriorando a medida que  sus recuerdos y su obsesión se hagan más presentes y Julia acabe descubriendo  la terrible espiral en que esta cayendo. 

"Nos miran" es una película desasosegante, oscura en sus escenarios, con esa casa de Juan y Julia llena de rincones sombríos, o ese despacho de Juan revuelto y lleno de fotos de desaparecidos que pone en evidencia la obsesión que sufre. Es una película bien interpretada por su principales actores: un Carmelo Gómez que da la talla en todo momento hasta el climax final, secundado por una solvente Iciar Bollain, unos niños que bordan sus papeles, sin olvidar tampoco las interpretaciones de Margarita Lozano y Paco Algora. "Nos miran" lejos de asustarnos gratuitamente con esos fuegos de artificio a los que no tiene acostumbrados otras películas del género, nos plantea como si fuese la cosa más natural del mundo que junto  a nuestra realidad, entrelazada con nuestra realidad hay otro plano de una realidad que no vemos la mayoría de nosotros. Que solo la ven los niños, o algunos niños (por ejemplo Laura) porque son seres que no han perdido todavía la inocencia, la capacidad de ver el otro lado. ¿Quien no esconde o ha escondido algún terror infantil? En la tradición hermética el niño se identifica con el iniciado, su mirada es limpia y neutra. (¿Por que será que las películas de terror con niños nos dan si cabe más miedo?). 

En la película se aprovechan muy bien las viejas supersticiones sobre los espejos. Los espejos nos permiten verlos, al menos a aquellos que como Juan tienen el don o la capacidad de hacerlo. Y así verá desaparecidos que aparecen de pronto en las cintas que sobre este asunto visiona en la comisaria, en la estación del Metro  o   a un ser del más allá hablando, en la calle, con sus hijos. Ellos, bueno su hija Laura puede verlos. Son sus amigos. Sombras, presencias, sueños, pesadillas y alucinaciones.

En el tramo final de la película llegará a encerrar a su madre en su habitación, a encadenar  a sus hijos, con sus esposas de policía,  al radiador del baño.  Juan les dice que quiere protegerles. No quiere que ellos se los lleven. Los niños se escapan y se esconden de su padre. Cuando vuelve Julia y ve lo que ha sucedido con los niños, Juan le dice que no pretendía hacerles daño y que no soporta que le miren con miedo. Posteriormente, su hijo coge  su pistola y  le dispara hiriendole, aunque todo el mundo piensa que ha sido él el que quería matar a su hijo. Esa misma noche su hija Laura desaparece. Se la han llevado. Juan decide sacrificarse y subir, herido, al  tren, camino del otro lado, con el fin de que su hija vuelva. En la última escena, un año más tarde,  vemos a Julia y sus hijos, acompñados por un amigo de la familia, subiendo a un coche  y luego a su hija Laura mirando por la ventana  del coche y saludando, silenciosa,  con la mano a su padre, que la mira... 

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