Hamilton es el protagonista de esta entretenida novela de Philip K. Dick. Acaba de perder su empleo en plena época del Macarthismo porque piensan que su esposa puede ser una peligrosa comunista. Durante la visita a unas instalaciones militares se produce un accidente en un desviador de radiaciones protónicas llamado Bevatron, y los visitantes que había junto al desviador, entre los que se encuentra Hamilton, caen al suelo desde una plataforma de observación quedando malheridos e inconscientes por la lluvia de protones. Al despertarse comprobarán que no están en su mundo real sino en el universo mental de uno de ellos y conforme van siendo neutralizados los creadores de cada mundo en sueños irán pasando del mundo de uno a otro. Una variante de creación mental de mundos paralelos.
Visitaremos cuatro mundos, dependiendo de la mente despierta en cada momento: el primero es el mundo de Tillingford, un mundo regido por un dios cuyo profeta dicto normas recogidas en el Zunan del Segundo Nabí que son consultadas por la gente piadosa para tomar decisiones, es el mundo de un típico fanático religioso, un mundo axfisiante. Luego caerán en el mundo de la señora Pritchet, un mundo mojigato en el que el sexo no existe. El tercer mundo es el de una solterona llena de miedos, Joan Reiss, una enferma paranoica y angustiada donde puede surgir el peligro mayor desde el sitio mas inesperado y el cuarto aunque parece que es mundo de la esposa de Hamilton, Marsha, una burguesa con veleidades izquierdistas es en realidad es el mundo de un comunista no declarado, McFeyffe que proyecta sus deseos de una revolución obrera en plenos Estados Unidos.
Una entretenida novela no exenta de humor e ironia en la que se critica el pensamiento único, sea del tipo que sea. Considerada una obra menor de Dick su lectura resulta extremadamente fácil. Sus poco más de 180 páginas, en la edición de Orbis, se leen sin problema en unas pocas horas. Recomiendo vivamente su lectura.
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