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lunes, 26 de septiembre de 2016

La 2ª temporada de "El ministerio del tiempo" supera la anterior y la consolida como una de las actuales mejores ficciones nacionales


Este verano, aparte de ayudar a redescubrir a mi hermano la serie que da título a este blog (Fringe), y es que parece mentira que, después de convivir con un "fringemaniaco",  no hubiera visto todos los capítulos de mi serie favorita, vimos juntos la segunda temporada de la serie española de ciencia ficción y viajes en el tiempo ‘El Ministerio del Tiempo’, temporada que se había emitido nada menos que en febrero de este año. Bueno, pues, si el año pasado, en mi comentario sobre la serie, revelaba cierta prevención, felizmente superada por un resultado más que notable, este año, cualquier duda sobre la serie se ha disipado convirtiendo esta ficción en una de mis series favoritas de género, por encima de otras series americanas con mucho mayor publicidad y presupuesto. En las últimas semanas mucho se ha hablado sobre su incierto futuro, un futuro que parece haberse aclarado bastante tras el anuncio oficial de RTVE de su renovación para una tercera temporada que, previsiblemente, se emitiría al final del primer trimestre del año que viene. También se ha hablado de una posible coproducción con Netflix, aunque hasta donde yo sé no ha habido ningún acuerdo en firme con la empresa de streaming. Lo que si parece claro es que la nueva temporada contará con mayor presupuesto y una posible internacionalización de parte de su tramas. Pero volvamos a la segunda temporada. En esta temporada se incorporó un nuevo personaje, Pacino, al que dió vida, con un magnífico resultado,  el actor Hugo Silva que se puede que se convierta en fijo en la tercera. Vino a suplir la ausencia  temporal de Julián (Rodolfo Sancho) que tenía otros compromisos profesionales que atender (concretamente el rodaje de "Mar de Plástico"). 

En esta 2ª temporada viajaremos al Siglo XI para descubrir la posible existencia de un falso Cid; al año 1981 para descubrir a un asesino de mujeres; al siglo XVII para evitar que Cervantes se dedique al teatro y por ello deje  de escribir el Quijote; al siglo XIX, con Napoleón en Tordesillas, donde Angustias tendrá un destacado papel como abadesa del Monasterio; a 1918 y la gripe española que pondrá en serio peligro nuestro mundo y el Ministerio; a primeros del siglo XX, con Houdini y otros personajes de aquella época; a la guerra de Cuba y Filipinas de la mano de Julián; al siglo XVIII en los tiempos de Felipe V y el incendio del Alcazar; nuevamente a principios del siglo XX con el caso de la vampira del Raval; al siglo XV con Cristobal Colón en el Monasterio de la Rabida; al siglo XIII con Fadrique y al siglo XVI con Felipe II y la derrota de la Armada Invencible. 

Los capítulos de esta serie  son bastante más largos de los que tenemos costumbre de visionar: 70 minutos de media frente a los 42 de la mayoría o como mucho los 56 de algunas series extranjeras. Pese a ello, no se hacen pesados ni largos. Las tramas están bien montadas. Tiene un consistente diseño de producción. Hay tensión dramática y climax en la mayor parte de los capítulos a lo que no es ajeno el buen oficio tanto de los numerosos guionistas como directores invitados. Y, además,  la serie cuenta con un plantel muy extenso de competentes actores. Los miembros de nuestra patrulla temporal se han convertido en unos personajes familiares muy queridos: empezando por un excelente Alonso de Entrerrios, interpretado por Nacho Fresneda y una acertada y contenida interpretación de Aura Garrido como Amelia Folch. No es que Julian (Rodolfo Sancho) esté mal pero tendrá que variar un poco su registro para que su interpretación no quede por debajo de la de sus compañeros. Por otro lado la tensión sexual no resuelta entre Julián y Amelia tendrá que romper, algún día, por algún lado, so pena de cansar al personal, a no ser que con la segura  incorporación de Pacino, el posible duo amoroso  se convierta en un imprevisible y complicado trio.

El equipo creador de la serie ha acertado con una formula que espero puedan seguir utilizando, con igual éxito,  en futuras temporadas. Mezcla aventuras y thriller, en un divertido juego de recreación histórica con un poco de comedia que le da un toque ligeramente autoparódico. Es especialmente interesante ver el choque cultural de Alonso sobre todo por lo que a nuestras costumbres amorosas contemporáneas  se refiere: quien no se acuerda de aquel "palabro" que le soltó la viva reenacarnación de su mujer cuando le pregunto que eran y ella le espetó lo de "follamigos". Afortunadamente en esta segunda temporada han  ido en alguna ocasión un poco más lejos  que en la primera y nos han permitido vislumbrar incluso mundos alternativos como el que podía haber sido  de nuestro país y el mundo si hubiera ganado la Armada Invencible. Hemos observado,  a  menor escala,  los cambios producidos por la modificación en el pasado (por ejemplo, en el caso del asesino de mujeres). 

Como dije en la entrada del pasado año la serie puede, podría dar mucho mas de sí si jugasen sin miedo con todas las posibilidades que da el viaje por el tiempo y nos presentasen algunas de las posibles y diferentes realidades alternativas que pudieron constituir nuestra historia. Y en este país, que no es muy dado a valorar la cultura y el conocimiento no está de más que, además de buscar el entretenimiento, aprovechemos para divulgar algo su historia y sus principales personajes, no porque sea más o menos riguroso  el planteamiento histórico de la serie, sino porque, por lo menos, puede provocar el interés de algunos sectores por el conocimiento de nuestro pasado. El Ministerio del Tiempo se ha convertido ya, sin proponerselo, en una pequeña serie de culto, nuestro particular "Doctor Who" o "Torchwood" hispano si bien creo que,  como la mayoría de las series de culto, seguirá seguramente siendo  una ficción  sin grandes audiencias, aunque con un gran apoyo en las redes sociales. Reutilizando la conocida frase de "Dios salve  a la reina", "Dios salve al Ministerio del tiempo muchos años".

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