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sábado, 19 de noviembre de 2016

"Westworld", el estreno de la temporada, una interesante serie sobre los limites de la inteligencia artificial, cocida a fuego lento

Estrenada a principios del pasado mes de octubre, esta serie se revela, de momento,  como el mejor estreno de la temporada, siempre se entiende dentro de los géneros que toca este blog especializado. La serie es un drama de ciencia ficción con una ambientación de western que nos habla de los límites de la inteligencia artificial, la débil separación que puede existir entre la inteligencia y condición humana y la inteligencia y condición artificial así como sobre el sentido de la autoconsciencia.  El destino y futil existencia de estos androides nos hace preguntarnos por nuestro propio destino y nuestra futil existencia. Donde esta el límite y la diferencia entre una inteligencia y otra. ¿Y si nosotros fuésemos los sofisticados anfitriones orgánicos, creados por una entidad superior, viviendo nuestra consciencia una y otra vez en nuevos cuerpos que sustituyen a otros, a medida que estos se degradan y mueren, para vivir una y otra vez, en un bucle infinito, el inútil juego de la existencia.

La serie comenzó, todo hay que decirlo, con cierta lentitud. Se tomó su tiempo para presentarnos el escenario, los personajes, sus caracteres y sus motivaciones, pero a medida que ha ido avanzando su interés ha ido in crescendo, alcanzando unas importantes cotas de progresión dramática, donde nos pueden sorprender a cada momento y donde cada persona o cada cosa no es siempre lo que parece. Para quien no sepa de que va esta serie hay que decir que Westworld, basada en la película de 1973 "Almas de metal", escrita y dirigida por el novelista Michael Crichton, está ambientada en un sofisticado parque temático del Oeste Americano en el que habitan unos androides sintéticos a los que llaman "anfitriones" y al que acuden los seres humanos en busca de emociones fuertes (generalmente generosas dosis de sexo y violencia). Los androides de este parque han sido programados hasta el último de sus gestos, para vivir una y otra vez la misma historia, repitiendo frases y acciones cada día. Cada día su memoria es borrada y reseteada de nuevo, por lo que no tienen conciencia de lo que les sucede. Su comportamiento y todo lo que  sucede en el parque está permanentemente programado, controlado y monitorizado. 

Hasta que un día algo empieza a fallar y algunos de esos anfitriones comienzan a ser conscientes de su condición, a hacerse preguntas y a buscar la verdad, rebelándose cuando la descubren, ante ella. Todavía es pronto para determinar por donde van a discurrir los acontecimientos pero de momento tenemos tres o cuatro tramas que pueden converger e interrelacionarse, dando mucho juego. En primer lugar, la trama de Dolores, una de las indiscutibles protagonistas de la serie, la gran heroína, la anfitrión más antigua del parque, una hermosa  androide, con una cara angelical, magníficamente interpretada por la actriz Evan Rachel Wood, y que consciente de su condición emprende una  huida por este mundo artificial junto a uno de los visitantes, William, del que acaba enamorándose, (Bill descubre que este mundo saca a flote en los humanos  lo que realmente somos, lo peor y lo mejor); la trama de Maeve, madame del burdel del pueblo, una inteligente anfitrión que despierta en la mesa de operaciones de las instalaciones del complejo y pone en un serio aprieto a los técnicos de mantenimiento; la trama del hombre de negro, un personaje sádico, intepretado por Ed Harris, que busca un nivel más profundo en el parque (qué significado tiene el laberinto) y que estará acompañado en buena parte de los primeros capítulos por un anfitrión, Teddy, un pistolero enamorado de la bella Dolores o por último,  la trama de los creadores, con las intrigas entre las empresas administradoras y los genios creadores del parque.

Ni Dolores, ni Maeve aceptan el papel que les han escrito los programadores del parque. Quieren ser libres y a partir de su propia autoconsciencia (parece que algo cambió en ellas desde que se introdujeron en sus rutinas cibernéticas las ensoñaciones),  desarrollar su propia personalidad, libres en la búsqueda de su destino,  en la búsqueda de un lugar en el mundo, más allá de este escenario ficticio y programado que han diseñado los humanos. En el mundo de los humanos destaca el personaje de Robert Ford (Anthony Hopkins), creador junto a un todavía misterioso Arnold de este increíble parque temático, como una especie de Dios, que controla y ama a sus criaturas. Y junto a él encontramos a Bernard Lowe, jefe de programación del parque, del que descubrimos que finalmente no es lo que parece. Se lo pueden imaginar.  La cosa promete.  

La serie creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy para la HBO,  (dicen que está llamada a ocupar el hueco dejado por Juego de Tronos),  ha sido renovada recientemente, gracias a su buena recepción por la crítica y el público,  para una segunda temporada, que parece se estrenará a lo largo de 2018. Como he dicho anteriormente la serie se tomó su tiempo para adentrarnos en la historia, pero desde el primer momento estaba fuera de toda duda su calidad, desde la intro, pasando por la música, las interpretaciones, todo está cuidado al milímetro,  todas las piezas están meticulosamente colocadas, como los engranajes de los androides de la trama,  a la espera de que estallen el drama o la tragedia,  en cualquier momento. La serie tiene un trasfondo un tanto triste y melancólico porque, como ya he comentado, nos enfrenta a nuestra propia fragilidad y nos hace reflexionar sobre el sentido de nuestra propia existencia, Westworld es una producción costosa. Los 10 episodios de la primera temporada han costado nada menos que 100 millones de dolares, con una media de coste por episodio de entre 8 y 10 millones de dolares. Son productores ejecutivos de la serie, además de Nolan y Joy, J.J. Abrams y Bryan Burk, productor de prácticamente todas las series y películas de Abrams

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