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sábado, 23 de noviembre de 2019

Sensacional temporada final de la ucronía alternativa de "The man in the high castle" (El hombre en el Castillo)



Acabo de ver el final de la cuarta y última temporada de "El hombre en el Castillo", una de las primeras, grandes y más ambiciosas  series de Amazon. Hace cuatro años valoré muy positivamente  la consistencia de este inquietante mundo alternativo donde las potencias del Eje ganaron la guerra, convirtiendo ese mundo en una increíble pesadilla terriblemente real. Si dejamos a un lado la segunda temporada, que sufrió un notorio bajón,  el resto de las temporadas han rayado a un gran nivel, especialmente esta cuarta temporada en la que todos los acontecimientos se precipitan hacia el esperado climax final. Si hay un protagonista en esta última temporada es el Reichsmarschall  John Smith, y de ningún modo la que había sido heroína las anteriores temporadas  y vertebradora de la historia, Juliana Crain. 

En esta temporada conoceremos al John Smith de nuestro mundo, mundo al que se traslada Juliana tras el "tiro de gracia" que le da el Reichsmarschall en la última escena de la temporada anterior. En este mundo, que es el nuestro,  en el que los aliados ganaron la guerra, John Smith es un vendedor de seguros, no tiene hijas pero su hijo Thomas vive y está bien. Hasta nuestro mundo llegarán los nazis del mundo alternativo, a través del portal de las montañas Pocono, para acabar con Juliana. Sin embargo nuestra coprotagonista es una superviviente y volverá a su mundo de procedencia para acabar con el Reichsmarschall mientras que el John Smith de nuestro mundo será asesinado por los nazis. 

El Reichsmarschall  Smith viajará a ese mundo haciéndose pasar por su alternativo y descubrirá con horror, como una broma macabra,  que su hijo probablemente muera también en ese mundo si bien, esta vez, en la por nosotros conocida guerra de Vietnam. El destino, como viéramos en la serie "22-10-63", se resiste a ser cambiado, independientemente del mundo alternativo donde nos encontremos. La humanización del  personaje de John Smith le sienta bien a la historia y el actor Rufus Sewell es el principal responsable de que la serie se convierta en algo memorable, haciendo de su personaje  un personaje carismático y complejo, nada plano. 

Durante buena parte de esta última entrega vemos que casi todo lo que ha hecho Smith  lo ha hecho por salvar a su familia, aunque de ningún modo sirva esto para  justificar sus execrables acciones.  De hecho su esposa se erige en verdadera conciencia moral de los nazis americanos y hace un supremo sacrificio personal final que la redime, reconociendo antes su complicidad o cuando menos su silencio, como el de tantos otros,  ante los crímenes del régimen. Y el propio John Smith sigue los pasos de su esposa con esa  autoinmolación final, al borde de un precipicio rocoso, en las Pocono, sin que le de tiempo a Juliana a consumar su ansiada ejecución. De todos modos la ambigüedad moral y personal de la que hace gala su personaje a lo largo de la serie y especialmente en esta temporada queda despejada cuando se erige en el Reichsführer americano, tras acabar con Himmler, Hoover y la cúpula de Berlín y no  abandona, a pesar de todo,  "la solución final" para el nuevo "reich americano" unificado.

Pero no serán los Smith los únicos que se enfrenten, a lo largo de esta temporada, a sus propios miedos, contradicciones y demonios y los que tengan que hacer sacrificios. El inspector jefe Kido, verdadero hombre duro del represivo aparato policial  japonés, se las verá con la ética y el honor ante el dilema de tener que arrestar o no a los asesinos del ministro pacifista Tagomi San, procedentes de los sectores más ultras del ejército nipón. El derrumbamiento  de su propio hijo, un autentico muñeco roto por las matanzas niponas en Manchuria, de las que formó parte, le arrastrará a una indigna subordinación a los Yakuza, a cambio de poder salvar a su vástago.

Juliana Crain, como si de una Olivia Dunham se tratase, -hasta aquí llegan las influencias de esa memorable serie de ciencia ficción llamada "Fringe", que acabó hace siete años-, es el  único personaje de la serie, junto al fallecido Tagomi, capaz de viajar entre universos sin tener que utilizar el portal. Por otra parte, quien, que no haya visto la 5ª temporada de "Fringe", no ha sentido algo especial al ver el tren bala  que llevaba a los Smith al complejo militar de las Montañas Pocono, un tren muy parecido al  mundo de "los observadores".


Al final de la temporada los acontecimientos se precipitan: el imperio japonés se retira de la costa Oeste ante la sorpresa del movimiento comunista negro, movimiento de liberación que lucha contra los nazis y el imperio japonés. Con la introducción de este grupo insurgente, cuya presencia de la que nada sabíamos hasta ahora puede parecer un poco forzada,  se pretende poner en evidencia el comportamiento de la población americana blanca que se convirtieron tras la derrota ante los nazis en dóciles súbditos del nuevo régimen. Además los negros como otras razas y minorías, los judios, entre otros,  fueron masacrados por los nazis al ser considerados  por estos una raza inferior. 

En resumen, esta temporada es, para mi, sin dudas,  la mejor de las cuatro, la que menos tiempos muertos tiene, prácticamente ninguno, la que plantea más dilemas morales, la que tiene mejores climax de toda la serie. Esta serie no es perfecta, como no lo es ninguna,  pero "The man in the high castle" (El Hombre en el Castillo) se ha convertido con todo merecimiento en una de las mejores obras sobre mundos alternativos, más creíbles,  que se hayan hecho tanto en el cine como en la televisión.

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