Después de una larga temporada ocupado en otras tareas, retomo el pulso de este blog. Hace un mes que publiqué la última entrada sobre "Emerald City", una serie estrenada en los primeros días del año cuya cancelación parece segura. Desgraciadamente no será la única en caer. Antes cayeron la descerebrada "Aftermath" o la interesante "Incorporated", ambas de Syfy, esta hace unos días, mientras se salvaron algunas series un tanto deficientes como "Channel Zero" o "Travelers". La insipida "Timeless" terminó con más pena que gloría hace poco y se desconoce aun su futuro, mientras que "Sleepy Hollow" camina en su renovada cuarta temporada hacia una más que probable cancelación. Otros fiascos fueron "Frequency" y lleva camino de serlo, al menos para mi los villanos ya no son lo que eran "Legends of Tomorrow". Pero vayamos a lo más interesante que he podido ver en estos 40 días. Regresaron con nuevas temporadas algunas buenas series como "Colony", "The Expanse" y "Los 100". "Legion" nos descolocó con su complicada puesta en escena, donde todo puede ser producto de la imaginación de su protagonista, y donde estoy todavía por decidir si es una genialidad o una genial tomadura de pelo, mientras que la comedia fantástica "Lucifer" se ganó unas merecidas vacaciones pues regresará el próximo 1 de mayo después de su reciente renovación para una tercera temporada. Y mientras ¿qué?. Pues disfrute con un excelente producto, un tanto oscuro, no apto para todos los gustos pero que a mí me sedujo desde el primer momento. Se llamaba "Taboo". Una cuidada producción de la BBC y la cadena americana FX, estrenada en España por la HBO en el mes de enero.
La serie, de 8 capítulos, que espero tenga continuación, está maravillosamente ambientada en los inicios del siglo XIX, cuando James Keziah Delaney, interpretado por Tom Hardy regresa a Inglaterra, tras la muerte de su padre que al parecer fue asesinado y tras haber pasado más de 10 años en Africa, donde se le había dado por muerto. La serie narra la hábil lucha de Delaney contra la Compañía de las Indias, jugando a dos y a tres barajas, a caballo entre los intereses de la Compañía, de la corona británica y de los americanos, en un momento histórico en que Inglaterra mantiene una pugna con su antigua colonia, todo ello porque es el propietario de un franja de terreno, de enorme importancia estratégica para las fuerzas en conflicto en el territorio de Nutka, cerca de la isla de Vancouver, en la provincia de la Columbia Británica (Canada).
Casi todo en la serie es bueno, desde la maravillosa y casi hipnótica intro compuesta por Max Ritcher, esa cabecera, de tonos azulados, con los cadáveres flotando sobre o bajo las aguas que me recuerda, salvando las diferencias de género y estilo, a otra maravillosa serie, "Penny Dreadful". Aquí la recreación histórica nos retrotrae a algunos referentes literarios, tal vez una mezcla del Londres marginal descrito por Dickens y los bajos fondos de Los Miserables que conociera Jean Valjean, con toques de Oliver Twist y el Heathcliff de "Cumbres Borrascosas"; La serie retrata con tal verosimilitud y lujo de detalles el ambiente de aquella época que pareciera se pudiese sentir el olor de las boñigas de los caballos por las calles. Tom Hardy interpreta a un bruto con el que es difícil empatizar, tiene un lado oscuro que no nos nos atrevemos a descubrir, pero sus enemigos son tan malos, genial interpretación la de Jonathan Pryce, como Sir Stuart Strange (el Gorrión Supremo de Juego de Tronos que aquí hace de director general de la Compañía de las Indias, ¿precursor de las primeras corporaciones multinacionales?, con tanto o más poder que el propio Estado) o el propio monarca británico tan repulsivamente presentado, que es inevitable no identificarse con las conspiraciones y maniobras de nuestro protagonista. A pesar del indiscutible protagonismo de Hardy (sale en casi todos los fotogramas de los diferentes capítulos de la serie) la mujer ocupa un papel importante aunque secundario respecto del rol protagonista: su medio hermana, Zilpha con la que mantiene una relación incestuosa interpetada por Oona Chaplin, su madrastra, (viuda de su padre), Lorna Bow (Jessie Buckley), la madam Helga Von Hinten (Franka Potente), mujeres todas fuertes, de armas tomar. Todas las interpretaciones, tanto de los personajes principales como de los secundarios, masculinos o femeninos, rayan a gran altura.
La mitad de la esencia de la serie la aporta Tom Hardy con un enigmático personaje hecho a su medida, todo un antihéroe, con esa apariencia de tipo duro, andando a zancadas, una cicatriz junto a su ojo izquierdo, el cuerpo lleno de extraños tatuajes, sombrero puntiagudo, abrigo de tres cuartos y una más que dudosa moralidad. Y es que, para quien no lo sepa, el actor es creador de la serie junto a su padre Chips Hardy y Steven Knight (productor también de la memorable Peaky Blinders que comentaré en otro momento). La otra mitad la aporta ese estilo hiperrealista teñido de algunas gotas de magia, con una trama interesante, absorbente repleta de intrigas y conspiraciones que se asemejan a un juego de tablero donde nunca sabes quien va a hacer el siguiente movimiento. La serie es extrañamente atractiva, nos muestra las negras profundidades del alma humana, los ambientes más sórdidos y deprimentes de ese Londres de primeros del XIX provocándonos, al mismo tiempo cierta repulsión y una insana atracción por esos mundos oscuros y desconocidos.
Act. 26-3-17: La serie ha sido, afortunadamente, renovada hace unas pocas semanas para una segunda temporada.
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