miércoles, 11 de febrero de 2015

"La espuma de los días", surrealista y alucinada tragicomedia naif sobre el amor, la vida y la muerte


Título original: L’écume des jours. Director: Michel Gondry. Países: Francia y Bélgica. Año: 2013. Duración: 125 min. Género: Drama fantástico, romance. Interpretes: Audrey Tautou (Chloé), Romain Duris (Colin), Gad Elmaleh (Chick), Omar Sy (Nicolas), Aïssa Maïga (Alise), Charlotte Lebon (Isis), Sacha Bourdo (Mouse). Guion: Michel Gondry y Luc Bossi; basado en la novela de Boris Vian. Producción: Luc Bossi. Música: Etienne Charry. Fotografía: Christophe Beaucarne. Montaje: Marie-Charlotte Moreau. Dirección artística: Stéphane Rozenbaum. Vestuario: Florence Fontaine. Estreno en Francia: 24 Abril 2013. Estreno en España: 27 Septiembre 2013.

Hace unos días vi esta curiosa película de Michel Gondry, basada en la novela homónima de Boris Vian. ¿Me gustó?. Depende. Para ver esta película hay que ir con la mente en blanco, dejando que las imagenes fluyan y transmitan sensaciones. Si analizásemos esta película con los ojos y los criterios lógicos que utilizamos en otras cintas, diríamos que esta película no hay por donde cogerla, tiene un argumento mínimo y la forma se acaba comiendo el fondo. Es tal el desvarío icónico, la alucinada y continua sucesión de imagenes de la película que incluso impide que lleguemos a empatizar con los personajes, que nos alegremos con la felicidad de sus protagonistas o lo que es más grave que lleguemos a entristecernos junto a Colin al ver la enfermedad y muerte de su amada, Chloe.

La película es bastante fiel a la novela de Vian. Como en ella, se centra en el personaje de Colin, un joven idealista pero que cuenta con una fortuna suficiente como para vivir sin trabajar, que conoce a una dulce y atractiva joven llamada Chloe, interpretada por la carismática Audrey Tautou. Se casan pero a Chloe le crece un nenúfar en el pulmón. Para curarla le compra flores. La joven pierde uno de sus pulmones y Colin comienza a realizar los más extragavantes trabajos para comprarle flores. Sin embargo Chloe vuelve a enfermar. Su casa en otro momento amplia, colorista, primaveral, luminosa y divertida se va deteriorando, haciéndose pequeña, otoñal, húmeda, triste, oscura y sucia. Chloe fallece y su féretro es lanzado por la ventana y enterrada en una ciénaga. Junto a Colin y Chloe podemos destacar otros personajes como su amigo Chick, un fanático de Jean Sol Partre (evidente juego de palabras tras el que esta la referencia al filósofo Jean Paul Sartre), Nicolás, cocinero de Colin que pone el tono de cordura a los personajes, Alise, Isis y el ratón gris que vive en la casa de Colin. A medida que va desintegrándose el mundo de Colin sus amigos comienzan a desaparecer. Quizás una de las mayores virtudes del filme es esa habilidad para pasar de esa alegre luminosidad a los colores ocres y mortecinos del final dejando un poso de melancólica tristeza.


La apabullante imaginería visual de Gondry deja imagenes inolvidables como las piernas que se alargan en una escena de baile, un timbre que se deconstruye en cuando tocan a la puerta, ratones que dan la bienvenida, platos de comida semivivientes, anguilas que se cuelan por el grifo de la cocina, imagenes imposibles que se acumulan hasta el exceso, utilizando sin embargo técnicas nada modernas como la técnica de animación del stop motion. La trama, por llamarle de algún modo, y toda esa acumulación de imagenes esconden tras un simbolismo latente elementos y mensajes muy reales. Y es que la película, como la novela, glosa el amor fou, denuncia el mundo del trabajo rutinario y mecánico (solo hay que ver los trabajos a que se ve obligado Colin), critica la religión que vemos retratada en dos momentos claves de la vida, la boda y el entierro de Chloe) o el culto a la personalidad (contra determinados totems de la cultura o la filosofía como Sartre), plasma situaciones muy reales que cualquiera puede vivir: la enfermedad, la falta de trabajo, la muerte y las sensaciones que dichas situaciones provocan.

Hay que reconocer, sin duda, la imaginación desbordante de Gondry y su capacidad para trasladar el universo de la obra de Vian a imagenes pero ese sentido visual, y esa magnífica puesta en escena deriva en ocasiones hacia el exceso, lo cual se convierte paradójicamente en su mayor virtud y en su mayor defecto. Sin ese encadenado de imagenes surrealistas, fantásticas nos encontraríamos con otra historia más de amor trágico. La marea acelerada de imagenes, ideas y sensaciones que la cinta traslada al espectador son las que hacen a esta película diferente aunque como en el título, semejante marea deje en su vuelta, en su reflujo una inaprensible espuma, que desaparece enseguida, triste analogía de nuestras vidas y del paso por este mundo, "la Espuma de los días".

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