El lunes la NBC estrenó la serie "Debris" (Escombros) creación del showrunner de nuestra añorada "Fringe", J.H Wyman, interpretada por Riann Steele en el papel de Finola Jones, una agente del MI6 y Jonathan Tucker, como Bryan Beneventi, exveterano de Afganistan y agente de la CIA. La trama gira en torno a los restos de una nave alienígena que están cayendo desde hace seis meses sobre la Tierra, tras descubrir los humanos que iba a la deriva unos pocos años antes. Estos restos cambian las leyes de la física y la vida de las personas que los investigan o con los que se topan: personas que desaparecen y se teletransportan con consecuencias desastrosas: una camarera de un hotel atraviesa varios pisos, hasta caer y fallecer, cuerpos en animación suspendida que flotan, desafiando las leyes de la gravedad, etc. personas que se teletransportan y quedan empotrados en una columna de un puente, ¿les suena?.
Desde la intro hasta el final del capítulo, la serie no puede ocultar sus innegables y bien reconocibles influencias, la primera y más importante es la de "Fringe", no en vano J.H Wyman, creador de "Debris" fue uno de los dos showrunners iniciales de "Fringe", junto a Jeff Pinkner, quedándose luego como único responsable de la serie, pero la de "Fringe" no es la única influencia, el origen extraterrestre de los escombros espaciales, incluso la intro la emparentaría también con los míticos "Expedientes X". Hay imagenes y escenas enteras, como las que he citado en el párrafo anterior, que nos recuerdan a aquellos casos de la semana de las primeras temporadas de "Fringe" y que se convirtieron en marca de la casa. El ritmo, la presentación y el estilo visual también nos recuerda inevitablemente a nuestra querida serie que da título a este blog.
El caso de esta semana tiene un componente más sobrenatural que de ciencia ficción, pues gira en torno a un chico que falleció en un accidente de tráfico, (y que fue además, cremado), pero que reaparece en las vidas de sus familiares. La trama del capítulo gira en torno al dolor y la pérdida. No falta en la serie una trama u organización oscura y secreta que pretende hacerse con la tecnología de los restos, unos restos que pueden suponer, a tenor de las palabras de uno de sus protagonistas, o la salvación del mundo o la destrucción de la humanidad. Y ellos, los dos protagonistas, como si de Mulder y Scully se tratasen, -aquí también hay un temperamento más escéptico, el de él y una creyente, ella-, precisamente tienen entre sus objetivos evitar que esa poderosa tecnología caiga en malas manos.
No se le puede exigir demasiado a este primer capítulo que tiene, por otro lado, un carácter introductorio, de presentación. La serie tiene suficientes ingredientes como para convertirse en una propuesta atractiva dentro del género de la ciencia ficción televisiva, aunque carece, en mi opinión, de la originalidad y genialidad de su predecesora. Seguramente podría hasta crear su propia mitología, a poco que la dejasen el tiempo suficiente en emisión, aunque conociendo el resultado de las mayoría de las series de género en la televisión en abierto podemos esperar, desde ya, lo peor y no creo que le dé tiempo a ello. No sabemos que recorrido tendrá: podría seguir los pasos de "Fringe" y combinar la mitología y el caso de la semana o, por el contrario, podría dejar tantos enigmas sin resolver a lo largo del camino, como los que se apuntan en el piloto, que el espectador podría acabar cansándose y abandonando la serie.
Para más inri la pareja protagonista no tienen, ni de lejos, el carisma de Walter, Peter u Olivia aunque su relación pueda dar juego y generar cierto interés. Una relación que inicialmente no está exenta de tiranteces, veremos en donde acaba, y es que aquí, en esta serie, todo el mundo oculta un montón de secretos. Habrá que seguir con interés los siguientes episodios para dar una opinión más justa y ecuánime, aunque a la vista de lo visionado en su primer episodio parece que todavía no ha llegado el momento de esa serie que supere el alto nivel y el grato recuerdo que nos dejó "Fringe".