Como ya he señalado en una entrada anterior, las dos primeras temporadas de 'Black Mirror' suscitaron en mí, este verano, cuando las ví, un gran interés. La adquisición de esta serie por el gigante Netflix fue, para todos los amntes de esta serie, una excelente noticia. Quedaba la duda sobre si la serie sería capaz de mantener sus señas de identidad: esa acida crítica contra muchos aspectos de nuestra sociedad tecníficada e individualista. La duda finalmente se ha resuelto y de forma muy positiva. La serie no ha cambiado y si lo ha hecho ha sido para mejor. La serie toca en esta tercera temporada temas de gran actualidad como la reputación en las redes sociales, los sistemas de realidad virtual (en dos ocasiones), la extorsión a través de Internet, las amenazas a través de la red o la deshumanización del enemigo en la guerra, y los toca con una enorme crudeza, con una sana pero contundente carga de denuncia ante un mundo tecnológico que lo invade todo, y no siempre para bien, y que es cada es más real y menos ciencia ficción. Netflix nos permite seguir disfrutando, gracias a una ración doble de episodios, con esta corrosiva e iconoclasta serie que nos alerta sobre los peligros de esta sociedad tecnológica e hiperconectada. Nos ofrecen seis episodios de golpe, los mismos que en las dos temporadas anteriores. Son unos capítulos muy entretenidos y diferentes unos de otros, en temas, estética, tono, ritmo, etc que admiten más de un visionado, más de una lectura y que nos hacen pensar, reflexionar, porque nos hablan de cosas muy cercanas y reales: nuestras redes sociales, nuestros ordenadores, nuestros videojuegos, etc. Realmente me han sabido a poco. Espero con ansiedad su continuación.
Lacie ( Bryce Dallas Howard ) vive en un mundo donde propios y extraños pueden valorar su popularidad de cinco estrellas debido a la tecnología existente dentro de los teléfonos y de las lentillas inteligentes que todo el mundo lleva y que permite identificar a todos los individuos y conocer su puntuación en popularidad. Esta tecnología no sólo afecta al estilo de vida cotidiano, sino que también afecta a la posición social, de forma que las personas que tienen menos de 2,5 puntos son consideradas de clase baja. Obsesionada por ser bien recibida, Lacie tiene actualmente una calificación de aprobación de alrededor de 4.2. Ella vive con su hermano Ryan (James Norton), que tiene un índice de aprobación mucho más bajo que ella, porque él no se preocupa tanto de ello. El alquiler de su casa está a punto de terminar y Lacie está ansiosa por mudarse. Para poder permitirse vivir en una finca exclusiva, debe tener una calificación de 4,5 o superior, y se le aconseja que la mejor manera de mejorar su propia calificación es relacionarse con personas con alta calificación porque sus calificaciones le darán un impulso a su popularidad. Su amiga de la infancia Naomi (Alice Eve) tiene a Lacie entre sus contactos y le pide que sea dama de honor en su próxima boda, lo que Lacie acepta encantada. Naomi, que tiene una calificación de 4,8, tiene muchos amigos de clase alta y vive en una isla exclusiva e idílica. Lacie cree que si ofrece un discurso perfecto como dama de honor, será obsequiada con suficientes calificaciones de 5 estrellas como para llegar hasta el 4,5 que ella necesita.



