Hace unos días ví esta miniserie británica de cuatro episodios basada en la novela del mismo nombre de la autora China Mieville, que además es, a la sazón, la guionista de la serie. La trama, a caballo entre el thriller policiaco y la ciencia ficción, nos cuenta la investigación sobre el asesinato de una joven, Mahalia Geary, residente en la ciudad de UI Qoma pero cuyo cuerpo se encuentra justo en la frontera con la ciudad de Beszel. La investigación corre a cargo del inspector Tyador Borlú (David Morrisey). Pero lo más importante es el marco en el que se mueve la trama.
Nos encontramos con dos ciudades gemelas, pegadas una junta a otra, dos ciudades-estado ficticias, llamadas Beszel y Ul Qoma, una de las cuales tiene rasgos de alguna ciudad del este de Europa. Las dos ciudades tienen diferentes, sociedades, cultura, tecnologías y lenguajes pero coexisten en el mismo espacio. Sin embargo sus habitantes no ven a la otra ciudad. La separación es impuesta por una organización en la sombra llamada La Brecha. Es posible viajar de una a otra ciudad siguiendo los cauces reglamentarios y un largo proceso de reorientación. Sin embargo los que rompen la separación ilegalmente son hechos desaparecer para siempre.
El detective Borlú está obsesionado por la desaparición de su esposa Katrynia que al igual que Mahalia estudiaba la posible existencia de una tercera ciudad, una ciudad mítica llamada Orciny, oculta entre las dos ciudades gemelas. La investigación de Borlú le llevará a adentrarse en los secretos de estas dos ciudades, trabajando con la Militsya de UI Qoma y a enfrentarse contra extremistas políticos e intereses comerciales oscuros. Ambas ciudades, incluso la Brecha, pretenden investigar el caso. Además en un momento determinado el inspector Borlu logra ver la otra ciudad rompiendo su imaginaria barrera y topándose con mayores amenazas y enemigos.
No resultaba fácil a priori reflejar en pantalla la coexistencia de dos mundos distintos. Se consiguió a través de pequeños detalles: como el color, la iluminación, la ropa, la decoración y la arquitectura. Beszel podía recordar a Estambul, con predominio de colores suaves y marrones mientras que UI Qoma tiene modernos rascacielos y domina el rojo brillante con azul o azul blanco. Además la cámara difumina la visión de la otra ciudad, con el fin de hacer más real la percepción o mejor dicho la no percepción de la otra urbe. La idea de hacer verosímil estas dos ciudades ficticias llega hasta el punto de crear dos idiomas diferentes, en UI Qoma el illitan que se basa remotamente en el guión georgiano Mkhedruli mientras que en Beszel utiliza el inglés aunque con signos diacríticos europeos y algunas letras cirílicas.
La serie se rodó en localizaciones dentro y en las afueras de Liverpool y de Manchester, que sin embargo aparecen, en mi opinión, bastante irreconocibles. La serie sorprende, subyuga por el planteamiento de la historia y la plasmación estética visual de un universo imaginario, el de las dos ciudades gemelas, una plasmación que no veíamos con tanto detalle, perfección y autenticidad desde hacía tiempo. Aunque a otras personas pueda parecerles esta serie confusa, críptica y pretenciosa. Es cuestión de gustos y sensibilidades. Da juego para muchas elucubraciones y búsqueda de símbolos. David Morrisey está soberbio en su actuación. Una serie diferente, inquietante, desconcertante.
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