lunes, 30 de noviembre de 2015

Segunda temporada de "Les Revenants": Vuelven los que regresaron


"Les Revenants" es  una serie francesa de contenido sobrenatural que me impactó cuando la ví el pasado año,  aunque la serie era de dos años antes, del 2012, hasta el punto de convertirse en una de las cinco mejores series que he visto en los últimos tiempos. La espera ha sido larga pero ha merecido la pena. Hace unos días que acabé de ver la segunda temporada y he de decir que no me ha defraudado. Mantiene el nivel de calidad de la primera temporada y profundiza en algunos de los personajes que conocimos en la temporada anterior. Recordemos como acabó la primera temporada. La horda comandada por Lucy reclamaba a los suyos. Julie sigue a Víctor y Camille es acompañada por su madre. La presa se rompió nuevamente, como cuarenta años atrás, dejando buena parte del pueblo bajo las aguas. Al pueblo acuden a investigar militares que se enfrentan a lo inexplicable y un ingeniero, que responde al nombre de Berg, para averiguar que es lo que ha sucedido en la presa. En esta temporada que se me antoja más oscura y onírica que la anterior, profundizamos en el conocimiento, a través de diversos flashbacks, de algunos personajes que ya conocíamos como Víctor o Madame Costa y de otros nuevos como Milán, Morgane, Virgil, Ester, Etienne. Y es que al igual que en la temporada anterior  cada episodio  tiene el nombre de un retornado.


Esta temporada profundiza también en el comportamiento de los personajes y sabremos porque algunos de estos actúan como lo hacen. Si se pudiese personificar el mal en un solo personaje, este podría ser el de Milán, padre de Toni y de Sergi. Y es que pareciera que la maldad se heredase, pues ahora entendemos porque Sergi hace lo que hace, sin embargo Sergi al lado de Milán es una  "hermanita de la caridad" que incluso busca redimirse y persigue el perdón de sus víctimas que regresan. Pierre, responsable del refugio "La mano tendida", que abandera ahora una banda contra los que regresaron no es mucho mejor que Milán. Al final sabremos de un pacto mortal para volver, para vivir eternamente, para renacer al que él no se sumó. Víctor se erige en uno de los personajes principales de la trama. Es un niño con poderes, sigue siendo un personaje tremendamente inquietante, no sabemos de donde vino, un día apareció en la casa de sus padres de acogida, si aquellos que fueron objeto de una brutal matanza (que sabremos fue ordenada por Milán), y predice, a través de sus dibujos infantiles,  todos y cada uno de los dramas personales y la gran inundación. 


Julie es una mujer infeliz que encuentra en Víctor consuelo a su maternidad frustrada. La trama se nos antoja como un gran rompecabezas en el que cada pieza tiene sentido y una explicación. Adele va a tener un hijo de su amado Simón. Pero sufre terribles pesadillas y atravesará contradictorios momentos de miedo y rechazo al niño y más tarde de arrepentimiento, amor y búsqueda, la búsqueda de un bebe, fruto de la vida y la muerte que también será objeto de la búsqueda por los no-vivos, como si fuese la llave de algo. La serie habla sobre todo del amor y de las relaciones familiares: Sergi y Milán, Victor y Julie, Camille y Lena, Camille y Virgil, o esa chica que como Camille murió en el autobús, regresa para buscar a sus padres, y será traicionada por su madre, aunque ésta morirá, finalmente en el regazo de su hija que le come las entrañas.



La temporada está cargada de símbolos: El ciervo herido que aparece en medio del pueblo, los muertos que se comen las vísceras de los vivos, ¿De dónde surgen los retornados?. Parece como si el enorme pozo que descubre el ingeniero Berg fuese una especie de portal entre los dos mundos, el de los muertos y el de los vivos,  un pozo que al final veremos cubierto de agua, como temporal cierre de una brecha entre estas dimensiones. El pueblo se encuentra en una especie de vórtice espacio temporal, del que a menudo es imposible salir, los caminos se difuminan, se retuercen, se pierden y desaparecen, el pueblo, el lugar parece una especie de limbo donde todo, la muerte y la vida están condenados a repetirse en una especie de  bucle infernal cuya causa final desconocemos. Y es que los muertos se resisten a desaparecer y regresan una y otra vez. A veces los muertos dejan de hablar, de repente, y se convierten en mudas ánimas, inmóviles figuras que parecen más muertas que vivas, deambulando calladas y solitarias o en grupo por el bosque o por las calles de la parte del pueblo que es su Dominio. Hay una parte del pueblo donde moran los muertos y otra donde viven los vivos. Y Camille, su madre y luego su hermana, Lena, herida por Sergi, vivirán, encerradas en una casa, durante semanas en esta parte del pueblo donde habita la desolación y la muerte, hasta que sean rescatadas por Jerome, su obsesionado padre y marido (que busca una explicación a ese rompecabezas)  y el ingeniero Berg, cuyo padre, otro retornado,  fue el  ingeniero responsable de la presa, décadas atrás.

La serie nos habla de nuestros miedos más íntimos, de nuestros miedos interiores, del amor y de la lucha y el deseo por retener, en este mundo, a los que perdimos y seguimos queriendo aunque sepamos que su lugar, su espacio es otro. La magistral fotografía de Patrick Blossier retrata bosques llenos de colores otoñales, calles vacías, el pueblo semienterrado entre las aguas, imagenes de gran belleza plástica con claras influencias oníricas y surrealistas, la banda sonora de Mogwai pone el contrapunto dramático a las escenas de mayor tensión aparte de esa inolvidable cabecera, por último las excelentes interpretaciones de todo el elenco, hacen de esta fascinante ficción sobrenatural, fantástica, una de las mejores creaciones europeas de los últimos años.

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