martes, 12 de enero de 2016

"Al final de la escalera", una magnífica historia de fantasmas con el sabor del mejor terror de los 80

Título original: The changeling. Director: Peter MedakPaís: Canada. Año: 1980. Duración: 107 min. Género: Terror, Thriller Interpretes: George Scott Trish Van Devere, Melvyn Douglas, John Colicos, Jean Marsh, Barry Morse, Madeleine Sherwood, Helen Burns.  Producción: Garth Drabinsky y Joel B Michaels. Productores ejecutivos: Mario Kassar y Andrew Vajna. Guión de: William Gray y Diana Maddox, sobre una historia de Rusell Hunter. Música: Rick Wilkins. Fotografía: John Coquillon. Montaje: Lilla Pedersen. Diseño de producción: Trevor Williams. Vestuario: Roberta Weiner. Efectos especiales: Gene Grigg.  Estreno en España: 25 Noviembre 1980.

Ayer ví esta película, recuperada de mi videoteca. La ví, por primera vez, hace décadas y ayer me apetecía degustar un viejo plato de miedo  de los de antes, cansado  de tantas películas de terror actuales  que repiten escenas, clichés e ideas  carentes de la más mínima imaginación. Ver esta película es retroceder al  mejor cine de género de los 80, una época fecunda en títulos memorables de los cuales la película que les presento es probablemente una de las menos conocidas para el gran público no así para los buenos aficionados  del género. La película posee cierta factura televisiva  lo cual no es en este caso ningún  demérito, sobre todo si tenemos en cuenta que hoy en día los mejores productos audiovisuales los realizan mucho más las televisiones (tanto de cable como generalistas) más que el cine de Hollywood.

El argumento es el siguiente: John Russell, interpretado por un maduro George C Scott es un profesor de música que pierde sorpresivamente a su mujer e hija en un increíble accidente de tráfico, del que es testigo. Posteriormente se traslada a Chicago donde se aloja en una vieja mansión deshabitada desde hace años. La llegada de John despierta en la casa una presencia primero sutil y luego más evidente que parece querer comunicarse con él. John, con la ayuda de Claire Norman  investiga y descubre que más de 70 años atrás un niño, Joseph Carmichael,  fue asesinado por su padre en aquella misma casa. Durante la mayor parte de la película apenas se nos desvela el rostro del terror, una pelota que rueda, una puerta que se abre, unos golpes que parecen proceder de unas tuberías oxidadas, una cajita de música que sorpresivamente ha inspirado sin saberlo su última composición, la vieja silla de ruedas que toma vida propia, una habitación tapiada, etc. Todo es sutilmente inquietante. Nada de efectos especiales, salvo en su tramo final, tal vez el más flojo de la película. La sesión de espiritismo está muy bien realizada, con las psicografías de la medium, el dialogo con el espíritu del niño  y su voz que inesperadamente aparece grabada en las cintas, unas psicofonías que ponen los pelos de punta.

Junto al terror, la película contiene  también elementos de thriller. Joseph, el niño asesinado, fue sustituido (de ahí el titulo original, The changeling),  por su padre, tras el crimen,  por un niño que sacó del orfanato y al  que le hizo pasar por Joseph para no perder la herencia familiar. El asesinato y posterior suplantación de Joseph se hizo, pues,  por motivos económicos dada la quebradiza salud del pequeño y el riesgo de perder  la fortuna del viejo Carmichael, si el niño fallecía antes de tiempo. El usurpador, convertido de mayor en un rico e influyente senador está interpretado por otro viejo actor del Hollywood clásico, Melvyn Douglas, y acabará falleciendo después de que su espíritu asista, en una apoteósica escena final, al incendio y destrucción de la vieja mansión Carmichael.

El director Alejandro Amenábar  sitúa a esta película entre una sus preferidas del género y no es difícil encontrar influencias de esta cinta  en su magnífica "Los otros". Igualmente podemos encontrar claras  influencias de esta película en otras excelentes cintas de terror como "La mujer de negro", "Insidious", "Expediente warren: The conjuring", "El sexto sentido". No es una película perfecta, pero demuestra bien a las claras que a menudo inquieta mucho más lo que se sugiere que lo que se plasma o enseña abiertamente y esta película es un buen ejemplo de ello. Es una lastima que el director Peter Medak no se hubiese prodigado más o  hubiese estado más inspirado quedando esta película, todo un clásico del género,  como una "rara avis" dentro su filmografía.

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