sábado, 25 de abril de 2015

"Outlander", llegó la hora de la verdad...

Hace unos días que vi el capítulo undécimo de esta serie, una de mis series preferidas, que tiene por título "La marca del diablo". A continuación veremos la razón de este nombre. El episodio anterior nos había dejado con el corazón en un puño, con nuestra querida Claire yendo, derechita  a una trampa, a casa de la curandera o hechicera Geillis Duncan, que en el último episodio había asesinado con cianuro a su marido. La trampa la había urdido, por venganza la joven enamorada de su marido, en el castillo del clan Mackenzie. Es un capítulo crucial que perfectamente podría haber sido el final de una primera temporada o incluso de la serie, si hubiera seguido la tónica, el lógico discurrir de los primeros episodios, una mujer perdida, fuera de su tiempo que quiere regresar a su época y con su marido. Es un capítulo lleno de tensión, un capítulo en el que se revela la verdad largamente callada y oculta y cuyo final, no por esperado, abre nuevas posibilidades narrativas. 

Geillis y Claire son detenidas, arrojadas a un sucio y oscuro calabozo y juzgadas por brujería por un tribunal eclesiástico ante el clamor homicida, deseoso de ejecución, del populacho. En el juicio, que ocupa buena parte del tiempo del episodio, solo tendrán un aliado, el abogado Ned Gowan. Todo parece apuntar a su condena y ejecución. Se masca la tragedia, tan solo aliviada por algún toque de comedia. Hay un momento en que parece se pueda salvar una de ellas. Geillis se sacrifica y autoinculpa, como bruja y adoradora del diablo, mientras Claire recibe unos cuantos latigazos. La tensión alcanza uno de sus momentos de climax. Aparece Jamie que se lleva de forma apresurada a su esposa, mientras Geillis es conducida en volandas por la plebe semidesnuda y embarazada, camino de la hoguera. Un momento antes Geillis había enseñado al tribunal y público del juicio la marca del diablo, que no era otra cosa que la marca de la vacuna de la viruela. Antes de la declaración final, Geillis había dado a Claire un número, una fecha, un año, 1968. Gran revelación. Geillis procede, como Claire, del futuro, incluso, como vemos, de un tiempo posterior al de Claire. 

Cuando creemos que ya hemos visto todo llega otro de los momentos cumbres del capítulo y la serie. Claire lleva también la marca del diablo. Y le confiesa la verdad,  diciéndole que probablemente lo que le cuente le parezca más extraño, increíble y sorprendente que si le dijese que era una bruja: le dice que nació en 1918, que procede del futuro, dos siglos más tarde. Tras esta impactante revelación, Jamie, en un gesto de generosidad, lleva a  Claire de vuelta a las piedras, en Craigh na Dun, para que pueda volver a su tiempo y su marido. Pero cuando creemos que va a viajar a su tiempo, Claire decide quedarse con Jamie, tomando los acontecimientos un giro sorprendente. Durante mucho tiempo esperábamos que Claire volviera a su tiempo. Sin embargo el amor que siente por Jamie le hace decidirse por quedarse en ese tiempo tan difícil, lleno de amenazas, de peligros, para una mujer como ella,  tan duro y alejado de su tiempo y de su mentalidad moderna.

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