domingo, 9 de julio de 2017

"Yo antes de tí", una triste historia romántica


Título: Yo antes de ti. Título original: Me before you. Director:Thea Sharrock. País: USA. Año: 2016. Duración: 110 min. Género:Drama, romance. Reparto: Emilia Clarke (Louisa Clark), Sam Claflin (William Traynor), Jenna Coleman, Charles Dance, Matthew Lewis. Guion: Jojo Moyes, Scott Neustadter y Michael H. Weber; basado en la novela de Jojo Moyes. Estreno en España: 1 Julio 2016.

Hace unos días que vi esta película protagonizada por Emilia Clarke, la Danareys Targareyn de "Juego de Tronos". Tenía curiosidad por ver a Emilia en otro tipo de registros diferente al de la épica serie. Y descubrí que acababa de estrenar una cinta romántica a más no poder. Sin demasiada información me lancé a verla. No suelo leer a los críticos, -desde luego nunca antes de ver una película, porque en la mayoría de los casos discrepo bastante de ellos y no quiero que me condicionen lo más mínimo aunque a veces lo hago después para comprobar si realmente hemos visto la misma película y reirme de las estupideces que algunos de ellos vierten en periódicos, revistas y otros soportales digitales-. Bueno, pues a pesar de sus imperfecciones que las tiene y que señalaré después, la película me gustó, incluso, en algunos momentos me emocionó. Louisa Clark es una joven de 26 años que vive en un pueblo de la campiña inglesa. Trabaja de camarera en un bar y resulta ser un útil sostén de la frágil economía familiar, su padre se encuentra en paro y su hermana se quiere ir a estudiar a Londres. Es de naturaleza jovial, optimista, alegre. Es, además, espontánea, cándida, sencilla, sensible. Tras quedarse sin trabajo lo encuentra cuidando a Will Trainor, un joven y rico banquero que se quedó tetrapléjico, tras un accidente de tráfico



Will se ha convertido, tras el accidente, en un hombre amargado, triste, huraño que al parecer ha tomado una trágica decisión en su vida, aunque eso lo sabremos más tarde. Su vida así no merece ser vivida. Si embargo la aparición de Lou supone una bocanada de aire fresco en su existencia, un motivo para, aparentemente, seguir viviendo. Superados los primeros recelos y desconfianzas se hacen primero amigos y más tarde se enamoran. El le ayuda a crecer, a madurar, a expandir sus horizontes. Ella le dará auténticos momentos de felicidad, el único motivo dice él en un momento dado, para seguir levantándose cada mañana. Ella sufre un golpe moral enorme cuando descubre el deseo de su amado: poner fin a su existencia, pues para él   no es vida vivir de esa manera. Ella que ha entregado su alma por completo a la otra persona no entiende esa decisión, que él  no desea estar más con ella, pues todo sabemos que el amor es pura entrega.  Pese  a todo, al final Lou aceptará sus deseos, y Will morirá con un beso de su amada en los labios, sabiendo, sintiendo que ella ha sido lo mejor, lo más bonito que le ha pasado en esos últimos y dolorosos años.

Hace unos meses vi otra película "Bajo la misma estrella" que tengo pendiente de comentar en este blog. Las dos tratan sobre la enfermedad y el amor, y en estos casos siempre existe el riesgo de caer en lo lacrimógeno. Pues bien nuestra película podía haber caído fácilmente en ello si no hubiese sido por sus actores protagonistas, un contenido Sam Clafin al que vimos en "Los juegos del Hambre" y una camaleónica Emilia Clarke que es perfectamente capaz de transmitir esa ingenuidad desarmante que derrocha el personaje, acompañados por unos secundarios de primera, con Charles Dance, el odioso Twiyn Lanister de "Juego de Tronos". Y es que esta serie es una verdadera cantera de actores para el cine y la televisión. 

La película no está, no obstante, exenta de algunos fallos o imperfecciones que sin lastrarla por completo, la hacen menos creíble de lo que quisiéramos. Por ejemplo, no sabemos si es fallo del guión, la puesta en escena o la interpretación, pero no se nos transmite adecuadamente ese dolor insoportable  físico o existencial, tan necesario para entender los deseos de morir de nuestro joven protagonista, transmisión que si hemos visto en otras cintas similares como la citada anteriormente. Hay algo muy importante en cualquier buena película que se precie y es la capacidad de identificarnos con el personaje o de que este genere cierta empatía. Pues aquí ni lo uno ni lo otro. Es difícil empatizar con un personaje como Will Traynor. De ahí que al final tampoco lleguemos a comprender ni aceptar la razón de Will de morir, pese al generoso amor de Lou.

La película al margen de su critica cinematográfica ha generado cierta polémica sobre la legitimidad o no de la eutanasia o del suicidio asistido. No voy a entrar en esa polémica, allá cada uno con sus creencias, pero  es un terreno un tanto resbaladizo entrar a valorar con objetividad  sobre el deseo o no de vivir, la presunta calidad de vida y  el derecho a vivir de nosotros mismos o de los demás. Muchos miles de personas que viven y desean vivir, a pesar de las adversidades, nos enseñan que, casi siempre, merece la pena elegir vivir. 

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