viernes, 25 de diciembre de 2015

"Childhood´s end", aceptable adaptación televisiva del clásico de Arthur C. Clarke, "El fin de la infancia"


A mediados de diciembre se estrenó en Syfy la miniserie "Childhood´s end", fiel adaptación, en líneas generales, del clásico de Arthur C. Clarke, "El fin de la infancia". La serie narra la invasión pacífica de una raza alienígena conocida como "los superseñores" (the Overlords), una raza que conducirá al planeta y a la humanidad a una especie de utopía (acaban con las guerras, el hambre, buena parte de las enfermedades, el calentamiento global) a costa de la innovación científica y la cultura humanas. Sin embargo aún desconocemos sus verdaderas intenciones aunque algo terrible nos tememos cuando ya desde el minuto uno de la serie vemos que el planeta está desierto y solo queda un hombre sobre la tierra, un astrofísico de color (Milo Rodricks) que reafirma ante un dron de los superseñores su identidad y su existencia.

La historia comienza realmente en el año 2016 cuando unas enormes naves extraterrestres irrumpen en los cielos y se sitúan sobre las principales ciudades del globo (nuevamente nos acordamos, al ver esta imagen de la mítica serie "V"). Estos visitantes toman a un agricultor de la América profunda, Ricky Stormgren, como embajador entre la humanidad y la nueva raza, cuyo máximo representante parece ser el supervisor de la Tierra conocido con el nombre de Karellen. Durante la mayor parte del primer capítulo,  (en total son tres entregas de hora y media), no vemos el rostro de los superseñores. Ricky habla con él en una extraña habitación de hotel (digo extraña porque parece una habitación recreada, y es que esa habitación tiene mucho que ver con la vida de Ricky y de su amada y desaparecida Anabella, interpretada por Georgina Haig (la Henrietta de Fringe, hija de Peter y Olivia). Parece que Karellen se oculta tras una especie de cristal espejo, y solo en un breve momento atisbamos a ver la silueta de un ser reptiliano o algo peor. Pero hay muchas más tramas e historias interrelacionadas en la serie como la evolución desde niño del astrofísico Milo Rodricks, salvado por los superseñores, el papel de la Liga de la Libertad que se opone a la invasión alienígena o la religiosa Peretta que está a punto de matar a Karellen.

De todos modos, lo que más nos sorprende, al final de la primera entrega, es descubrir después de algunos años la apariencia demoniaca de los alienígenas, de Karellen que tiene toda la apariencia de un diablo, con piel rojiza, alas, cuernos y rabo, nunca mejor dicho. La voz y la imponente presencia de Karellen la aporta el actor Charles Dance, el Tywin Lannister de Juego de Tronos que hace un papel magnífico, contenido al mismo tiempo que intimidante.

La invasión de los superseñores tenía un objetivo y varias fases en su consecución, el objetivo era el de conseguir que la humanidad diese un salto a su siguiente nivel evolutivo a través de los niños, niños que perderán su identidad individual, compartiendo una misma mente colectiva y  que estarán dotados  de poderes extrasensoriales. La humanidad dejará de tener hijos a  partir de ese momento, los adultos morirán, de muerte natural,   y los niños dejarán su cuerpo biológico para ascender a las estrellas y fusionarse con la supermente. Karellen envidia a la humanidad por su capacidad de transcender el universo físico y de fusionarse, los niños,  con la supermente, responsable de la creación del universo. Esta parte de la serie, con los niños, me recordó, en algún momento a "Whispers" o a "Torchwood: los hijos de los hombres". Los superseñores, que trabajan para la supermente, a pesar de estar más desarrollados tecnológicamente no pueden dar ese salto evolutivo que si lo da la humanidad. 

El papel, pues, de los superseñores había sido el de controlar el desarrollo, la evolución de la humanidad, creando una sociedad utópica estable para evitar que cuando los niños desarrollasen sus capacidades psi,  la humanidad se destruyese a si misma. La serie acaba con Milo, el último hombre sobre la tierra y Jennifer la superniña provocando el apocalipsis, la destrucción de la tierra, mientras Karellen observa la escena desde su nave espacial. La humanidad era otra de las especies que los superseñores habían conducido a esa especie de divinización.

Al margen de si se ha leído o no la obra de Clarke en la que se basa (yo no la había leido todavía), la miniserie es un producto bastante digno, correctamente producido e interpretado que nos deja, no obstante un regusto un tanto amargo, porque si por un lado podemos envidiar esa capacidad de transcendencia de nuestros niños, nos apena la desaparición de la humanidad como especie y de la Tierra, como ese hogar que nos está dando cobijo desde hace unos cuantos miles de años. Ciencia ficción pues con derivaciones metafísicas para ver, disfrutar y porque no, reflexionar sobre nuestro lugar y nuestro destino en el universo.

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