jueves, 13 de marzo de 2014

La tierra permanece. George R. Stewart

Ish o Isherwood Williams, es uno de los pocos supervivientes de una epidemia que ha azotado  a toda la humanidad y que la situa al borde de la extinción. Ish vagabundea por unos Estados Unidos cuya civilización se va desmoronando y encuentra, como si de un nuevo Adan se tratase a su Eva con la cual reinicia el proceso, en cierto sentido,  de reconstrucción de la humanidad. Tratará de conservar el saber de la antigua civilización para que el hombre no vuelva a las cavernas. Sin embargo el ciclo se repite. Pese a los esfuerzos de Ish por mantener los conocimientos y la civilización, la gente se dejará llevar por la inercia, pensará tan solo en sobrevivir día a día, sin mayores ambiciones. Y el hombre tendrá que iniciar poco a poco  otra vez el lento caminar hacia cotas más altas de  civilización. 

Veremos a Ish como actor y testigo en ese nuevo mundo que surge tras la desaparición de la civilización y veremos la evolución de Ish, desde su juventud al comienzo de la novela hasta su ancianidad al final, como si él mismo fuera un trasunto de la propia humanidad. La novela describe con maestría ese nuevo mundo, vacio de hombres y narra diferentes momentos de la vida de Ish  y de ese incierto deambular, ese nuevo comienzo del género humano.

Es una de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído en mi vida. Todo un clásico, una autentica obra maestra que supera las estrechas fronteras del género para convertirse en una obra imperecedera que nos incita a reflexionar (sobre la felicidad, la civilización, la evolución social del hombre, etc) y que en el fondo nos deja un profundo sentimiento de tristeza. Nos hace sentirnos pequeños ante la inmensidad del mundo, del planeta  que nos rodea, como se dice en la novela "Los hombres van y vienen pero la Tierra permanece". La obra es un canto a la naturaleza y a la inmensidad de la vida.

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